Cuaderno de campo (Oculta), 12 abril 2017

Cuaderno de campo (La Bella Varsovia, 2017), tal vez la ópera prima más esperada de los últimos años, es uno de ellos, y se nota tanto en que haya agotado su primera edición en menos de quince días como en la expectación que está levantando en las redes sociales, en parte gracias a una hermosa fotografía de Andrea Kiss que viste una de las portadas más acertadas hasta ahora de la editorial. A pesar de ello, todavía se ha hablado poco de un aspecto fundamental de la poesía de Sánchez, que, desde hace tiempo, parece extenderse hacia otras muchas bocas de su generación. Me refiero a su poética del cuerpo, una poética original, que rebosa lo decorativo, compleja y ligada a una voz que lleva años buscándose a sí misma. Y es que María es heredera al mismo tiempo de una tradición fértil y de una seca relación con su propia patrística que ya vibra en autores tan dispares como Dickinson, Woolf, Vallejo, García Lorca, Sophia de Mello o Anne Sexton entre otros muchos. Pero ¿cuál es esta poética?, ¿cómo se construye?

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