Pintores (Casimiro) – Pilar Alberdi, 04.05.16
Por eso sabe Proust que decir de un cuadro «es un Rembrandt» o un Chardin o un Gustave Moreau, o un Watteau, un Monet, un Sisley, un Corot, es expresar mucho más: «Un cuadro sin que nos demos cuenta nos dice una sola cosa. El placer que obtenemos mirándolo, el placer que cada parte del cuadro añade a nuestro disfrute nace de que cada parte de él dice lo mismo mediante cien voces armoniosamente conjuntadas. La clase de verdades que expresa, la manera de decirlas ―que constituye una clase de verdad en sí misma― nos llevan a decir: Evidentemente, es un Monet. Pero todo ese monet no hace más que repetirnos: Dios, cuánto sol hay sobre el mar hoy. Mirad qué sombras tan negras y frescas, mirad el tono rosado de las piedras, mirad cómo mariposean los barcos a lo lejos en un mar tan volátil, y cómo el más pequeño también tiene su pequeña sombre negra (Acantilado de Étretat)». Eso es arte y es poesía. O como dice Proust: «Todas estas almas interiores de poetas son amigas y se llaman unas a otras».
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